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Diástasis abdominal ¿Qué le ha pasado a mi abdomen?

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Antes de comenzar a hablar de la diástasis abdominal resulta imprescindible conocer qué músculos forman la pared abdominal y así conocer qué ocurre en la diástasis.

La pared abdominal está formada por 4 grupos musculares:

  • Rectos abdominales: son los músculos más superficiales de la pared abdominal, son como dos columnas alargadas de arriba hacia abajo, desde el borde inferior de la caja torácica y el esternón hacia el pubis. Son conocidos comúnmente como los six pack o la tableta de chocolate, debido a que la vaina que los recubre va formando engrosamientos transversales y provoca esa configuración cuadricular. La vaina o tejido fascial que recubre al recto abdominal derecho e izquierdo se une en la línea central, la línea media o línea alba, manteniéndolos unidos en todo su recorrido. Cuando se contraen, acercan el tórax a la pelvis, es decir que realizan la flexión del tronco.
  • Músculos oblicuos: forman la capa lateral de la pared del abdomen, los oblicuos externos son más superficiales y los oblicuos internos son profundos. Ambos están formados por fibras musculares que siguen una dirección oblicua, de ahí su nombre y también están cubiertos por una vaina de tejido fascial que se une a la vaina de los rectos abdominales. Son los músculos que nos permiten realizar los giros y las inclinaciones, además de ayudar también en el movimiento de flexión. Colaboran también con el músculo transverso en funciones expulsivas y de estabilización de la columna.
  • Transverso del abdomen: Es el músculo más profundo de la pared del abdomen, tiene forma de faja porque sus fibras tienen una dirección transversal y envuelven todo el abdomen. Al igual que los músculos anteriores, está envuelto por una capa de tejido fascial que se prolonga por encima del ombligo y discurre por detrás de los rectos hasta unirse en la línea media, mientras que por debajo del ombligo la fascia se une a la fascia de los oblicuos formando un tejido denso y fibroso que se sitúa por delante de los rectos. Es un músculo que no realiza una función de movimiento, sino que está relacionado con funciones expulsivas y de estabilización de la columna.

Cuando necesitamos expulsar aire de forma intensa de los pulmones, al toser, estornudar, gritar, cantar, reír, vomitar o realizar un esfuerzo durante la defecación, utilizamos siempre el conjunto de los músculos abdominales. Cuanto mayor es la necesidad de esfuerzo, mayor es el número de fibras que se contraen. Un esfuerzo no demasiado intenso puede reclutar un conjunto de fibras u otro, pero no toda la musculatura abdominal.

Entonces, ¿Qué es la diástasis?

Es la separación del conjunto de músculos abdominales del lado derecho del conjunto de músculos del lado izquierdo, es decir, visiblemente se observa una separación en la línea media, que es el punto de unión del lado derecho con el lado izquierdo. Como hemos comentado anteriormente, el tejido que se encuentra en la línea media es la fascia que envuelve a los diferentes músculos abdominales y que los une en la línea media. Por tanto, la diástasis es una distensión de la fascia abdominal, del tejido conjuntivo de envoltorio y suspensión.

¿Cuándo ocurre?

A menudo se relaciona la diástasis con el embarazo, pero puede aparecer tanto en mujeres postmenopáusicas como en hombres. Aun así, su pico más alto de aparición es el embarazo por el gran estiramiento al que son sometidas todas las estructuras que forman la pared abdominal. Dependiendo de la genética y del grado de tensión al que sean sometidas estas estructuras, durante el postparto habrá una recuperación en mayor o menor grado. Se estima que hasta los seis meses postparto el tejido abdominal se mantiene en periodo de recuperación. Alrededor del 70% de las mujeres a los 6 meses del parto han recuperado la diástasis del embarazo, mientras que un 30% podrá no recuperarlo del todo y, por tanto, mantener a largo plazo una separación en la línea media del abdomen.

¿Puede aparecer por hacer muchos abdominales?

Hoy en día no hay ninguna evidencia científica que haya demostrado una asociación entre los ejercicios abdominales y la diástasis. De hecho, en varios estudios realizados no se ha encontrado ningún factor específico que se relacione con la diástasis, a excepción del embarazo.

¿Qué consecuencias tiene?

Fundamentalmente, en la mayoría de los casos es un problema estético. No obstante, en los casos severos se produce un fallo en el soporte de los órganos y, por tanto, una incomodidad o molestia.

En varios estudios que evaluaban la posible relación entre la diástasis y la presencia de dolor lumbar o problemas de disfunciones de suelo pélvico, no se ha encontrado que exista ninguna relación.

¿Cómo puedo reducirla?

Muchos son los ejercicios planteados para reducir la diástasis, desde ejercicios abdominales, pilates, hipopresivos, trabajo de suelo pélvico o estimulación eléctrica.

Hasta ahora ninguna técnica no quirúrgica ha demostrado conseguir reducir o acortar un tejido fascial que se ha distendido, que es lo que sucede en una diástasis.

Sin embargo, sí sabemos que entrenando la musculatura conseguimos una hipertrofia muscular (aumento del grosor del músculo), un aumento del tono, de la fuerza y de la tensión de la fascia, lo cual provoca una mayor sujeción de los órganos abdominales, una reducción del diámetro abdominal y un aspecto externo estéticamente mucho mejor. Ahora bien, es importante saber dirigir bien los ejercicios, en cuanto a especificidad, intensidad, periodicidad y progresión para conseguir los máximos resultados y también para no provocar otras lesiones, sobre todo, en el suelo pélvico.

Y entonces, ¿qué?

La diástasis abdominal no supone un problema para la salud, pero puede significar un problema estético. Nuestra recomendación es realizar una buena evaluación abdominal y de suelo pélvico por un profesional especializado que pueda supervisar la correcta realización de un programa específico de entrenamiento abdominal. La musculatura abdominal es importante para mantener una buena postura, equilibrio y estabilización de la columna, para garantizar el soporte y la funcionalidad de los órganos abdominales (incluyendo los órganos pélvicos), es imprescindible en funciones respiratorias (tos, estornudos) y, por supuesto, estéticamente siempre preferimos un abdomen tonificado. Por todas estas razones, hay que entrenar toda la musculatura abdominal, pero con una buena supervisión para garantizar que se realice correctamente y sin riesgos.

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